¿Por qué te gusta, no sé, hacer surf?, ¿o bailar, o tocar un instrumento, o hacer el amor?.
Puede parecer inútil el pensar, el reflexionar el motivo de la vida, pero es que quizás no haya otro motivo para vivir si no buscar la respuesta a esa pregunta. O eso solía pensar en el instituto.
Todo el mundo se plantea el universo, la existencia, la vida, como una obligación para conseguir algo, un regalo otorgado por alguien o algo que debemos agradecer. Me voy a ir a la raíz de la primera pregunta de todas y a arrancarla de cuajo, ruego me disculpen. ¿Por qué cojones la vida tiene que tener un motivo?. Y mucho menos un sentido. O una razón. La existencia es libre, azarosa, y así es la causa de la misma. Punto.
La vida no tiene que ser seria. Constantemente se pregunta cosas del tipo:
- ¿Cuándo te vas a poner en serio con los estudios?
- ¿Es esta una relación seria?
"We are here on Earth to fart around. Don't let anybody tell you different."
-Kurt Vonnegut
Sin entrar a rojear sobre los jóvenes de hoy en día, mi corriente de pensamiento va paralela al carpe diem pero se separa en cierto punto. Difiero en el constante miedo a la muerte, que opino que es el cáncer de la sociedad joven de hoy en día. La prisa por vivir.
Y es que en ese miedo a la muerte se vive mal. Se intenta exprimir algo que ya daba todo su jugo antes. Falta habilidad de percepción y de apreciación. Y un par de tortazos.
Hay que perder el miedo a la muerte pues tiene muchas formas de manifestarse. Levantarse cada día motivado por algo es lo que llamo yo vida. El resto es morir lentamente. Morir un día o dos es aceptable, pero que ello se convierta en una rutina es la verdadera muerte a la que hay que temer. Hay que temer a otra muerte. Sin caer en la temeridad, se debe perder el miedo a morir, y lo más importante, el miedo a vivir.
"Angels fly because they take themselves lightly."
-GK Chesterson
Y si nos proyectamos hacia afuera y tomamos conciencia y perspectiva, estamos en un planeta que da vueltas en uno de los brazos de la galaxia que también da vueltas en un universo que según los números sestá en constante expansión. Y en medio del caos, el mareo, la ignorancia y la fugacidad del tiempo, la gente se empeña en construir sus andamios de papel de cebolla, de tejer sus pequeñas redes, tender sus finos hilos para intentar controlar su pequeño mundo particular, dotarle de sentido, de forma, y ser el dueño del mismo.
Y por eso cuando me preguntan: ¿por qué te gusta la filosofía? y yo les pregunto: ¿por qué te gusta, no sé, hacer surf?, ¿o bailar, tocar un instrumento, o hacer el amor?, nos respondemos los dos a la vez.
No hay motivo. Simplemente gusta. Y tan humilde y poco ambiciosa es la vida, que muchas veces pasa desapercibida.
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