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  1. ¿Por qué te gusta la filosofía?

    miércoles, 2 de abril de 2014

    El otro día me preguntaban, después de intervenir en la típica conversación profunda que se tiene entre cervezas: ¿por qué te gusta la filosofía?. No tengo una respuesta clara. Tengo contrapreguntas.

    ¿Por qué te gusta, no sé, hacer surf?, ¿o bailar, o tocar un instrumento, o hacer el amor?.

    Puede parecer inútil el pensar, el reflexionar el motivo de la vida, pero es que quizás no haya otro motivo para vivir si no buscar la respuesta a esa pregunta. O eso solía pensar en el instituto.

    Todo el mundo se plantea el universo, la existencia, la vida, como una obligación para conseguir algo, un regalo otorgado por alguien o algo que debemos agradecer. Me voy a ir a la raíz de la primera pregunta de todas y a arrancarla de cuajo, ruego me disculpen. ¿Por qué cojones la vida tiene que tener un motivo?. Y mucho menos un sentido. O una razón. La existencia es libre, azarosa, y así es la causa de la misma. Punto.

    La vida no tiene que ser seria. Constantemente se pregunta cosas del tipo:

    • ¿Cuándo te vas a poner en serio con los estudios?
    • ¿Es esta una relación seria?
    Precisamente el hacer las cosas serias pierde su gracia. Los máximos del arte, la actuación, y hasta el amor mantiene su sentido del "juego". Todo se convertiría en un trabajo serio, profesional, y rutinario. Las relaciones, llenas de heridas por las ataduras, papeles y compromisos que exceden los mínimos imprescinbiles. Las cadenas de los clichés, del "debes de".La vida es un caos, tanto para bien como para mal. El motivo de la vida señores...(redoble de tambores)...es hacer lo que te salga de los cojones. Como Adán y Eva en pelotas en el jodido Edén.


    "We are here on Earth to fart around. Don't let anybody tell you different."
                                   -Kurt Vonnegut

    Aquí parece que se mide tu vida en la cantidad de hijos que tienes, el sueldo que percibes, o tu habilidad para "hacer cosas" en tu ámbito profeisonal. El motivo último de la vida parece tener un dúplex adosado con un buen coche, y rellenar tu casa con niños, y muebles suecos. Quizás los modernitos de ahora que interesadamente malinterpretan el archiconocido carpe diem se crean innovadores. Quizás crean que la búsqueda de la felicidad es el modo de vida definitivo y superguay. El vivir cada día como si fuera el último. Sí y no.

    Sin entrar a rojear sobre los jóvenes de hoy en día, mi corriente de pensamiento va paralela al carpe diem pero se separa en cierto punto. Difiero en el constante miedo a la muerte, que opino que es el cáncer de la sociedad joven de hoy en día. La prisa por vivir.

    Y es que en ese miedo a la muerte se vive mal. Se intenta exprimir algo que ya daba todo su jugo antes. Falta habilidad de percepción y de apreciación. Y un par de tortazos.

    Hay que perder el miedo a la muerte pues tiene muchas formas de manifestarse. Levantarse cada día motivado por algo es lo que llamo yo vida. El resto es morir lentamente. Morir un día o dos es aceptable, pero que ello se convierta en una rutina es la verdadera muerte a la que hay que temer. Hay que temer a otra muerte. Sin caer en la temeridad, se debe perder el miedo a morir, y lo más importante, el miedo a vivir.

    "Angels fly because they take themselves lightly."

                                   -GK Chesterson

    Y si nos proyectamos hacia afuera y tomamos conciencia y perspectiva, estamos en un planeta que da vueltas en uno de los brazos de la galaxia que también da vueltas en un universo que según los números sestá en constante expansión. Y en medio del caos, el mareo, la ignorancia y la fugacidad del tiempo, la gente se empeña en construir sus andamios de papel de cebolla, de tejer sus pequeñas redes, tender sus finos hilos para intentar controlar su pequeño mundo particular, dotarle de sentido, de forma, y ser el dueño del mismo.

    Y por eso cuando me preguntan: ¿por qué te gusta la filosofía? y yo les pregunto: ¿por qué te gusta, no sé, hacer surf?, ¿o bailar, tocar un instrumento, o hacer el amor?, nos respondemos los dos a la vez.

    No hay motivo. Simplemente gusta. Y tan humilde y poco ambiciosa es la vida, que muchas veces pasa desapercibida.




  2. 2012

    lunes, 31 de diciembre de 2012

    Sí, hace tiempo que no escribo, lo sé. Sin excusa. Mi vida este año ha cambiado bastante, y ello afecta a mi tiempo para la escritura.

    Empezando por enero, empecé con mal sabor de boca el año debido a la tensión de "amigos sólo" que tenía con mi actual novia. Pero tener mi propio piso y mis primeras anécdotas con mis compañeros en él, me reanimaron el ánimo.

    Febrero fue un mes muy negro. Los mandos así lo quisieron, y los exámenes así lo remataron.

    Marzo y abril los recuerdo con la cara de mi novia, empecé a salir con ella por esas fechas, y debido a la rutina diaria, su presencia es lo más novedoso de aquella época.

    Mayo fue un mes extraño. Creo que el mes más largo de toda mi vida, fue un mes gris, tuvo sus cosas buenas, sus cosas malas, y su ya agotadora rutina y la temperatura de la región derretían el tiempo hasta extremos sofocantes.

    En junio se empezaba a vislumbrar la luz al final del túnel, el ansiado verano, las ansiadas vacaciones (mi suspenso en química las acortarían, pero bueno) y la ansiada libertad, y las bromas, las sonrisas y las canciones alegres en el iPod empezaban a verse más en el día a día.

    Julio fue un mes lleno de luz. Hice varios viajes que me llenaron mucho, uno de ellos a inglaterra, a un espectáculo aéreo al que robé miles de fotos, y otro con mi pareja a un pueblo perdido de cantabria, de donde guardo numerosas anécdotas y buenos recuerdos.

    Agosto, a pesar de tener que volver para aprobar (gracias a dios) química, también fue un mes que disfruté mucho, aunque ya se veía el curso siguiente asomando por el horizonte.

    Septiembre fue la época más negra, sufrida e infernal que guardo en memoria. Desconozco la razón de aquello, y prefiero olvidar esa época.

    Octubre fue bastante mejor mes, fui al desfile de las Fuerzas Armadas en madrid, aunque una gastroenteritis de caballo me impidiera desfilar el día de la verdad. Vaya pedo que cogí esos días...

    Noviembre fue un mes largo como un día sin pan, por la rutina, aunque no guardo especial recuerdo de él.

    Y diciembre ha sido un mes muy ajetreado, muchas cosas variadas, muchos viajes, pelear con zombies el día 21, y tal...ahora tengo una cámara réflex con la que retratar el mundo, y me gusta. Me gusta mucho. Dado que no sé dibujar ni un monigote, y escribo de aquella manera, el arte me sale por ahí.

    2012 ha sido un año raro, de transición, hacia bien, espero. Me ha aportado felicidad, estabilidad, y también dureza emocional a base de palos, pero no lo voy a condenar, los cambios son necesarios, y muchas veces somos reacios a ellos, suponen sacrificios, y quizás por ello los vemos mal, pero cuando se ven recompensados, nunca nos acordamos de darle las gracias a aquél/aquello que te obligó a cambiar.

    Para 2013 no tengo ninguna meta en especial, quizás mejorar en todo un poco. Tengo todo lo que pudiera pedir, si lo miro bien. Una chica que me quiere, una "casa", un "sueldo", un modo de sacar a pasear el arte, y muchas anécdotas que contar. Sin pecar de goloso, me gustaría pedir más anécdotas aún, más tiempo para los que me quieren, que se lo tienen merecido, un poco de tranquilidad en los estudios, y a cambio me propongo ponerme más en serio con los estudios y el apartado físico.

    Eso es todo, lectores/as. Si me lo traen los reyes, tendré más tiempo para escribir, y lo invertiré en este blog, que quitar tanta telaraña me da alergia. ¡Feliz Año Nuevo!.



  3. Ausencias

    miércoles, 25 de julio de 2012

    Hoy intentaré describir la nostalgia. Esa sensación que te calienta la tripa como un buen licor, y te enfría los pensamientos como cuando comes demasiado helado.

    Quizás ni siquiera hayáis notado las sutilezas de la nostalgia, o simplemente, no os habéis puesto a intentar describirla como yo. Hay diferentes tipos de nostalgia, según lo que añores o el por qué lo añoras.

    Puedes añorar lugares, una tierra, un olor, un paisaje, con la suavidad y ternura de una joven amante, añorar capítulos de tu vida que vienen a tu mente tocadas en un gramófono con vinilo de recuerdos, o simplemente, añorar la inocencia y simpleza de años anteriores.

    Puedes echar de menos objetos. Muchas veces nos mostramos reacios a tirar unos zapatos o una camiseta que era nuestra preferida, y tras ponernos al principio la picajosa nueva ropa, echamos de menos aquella amiga con mangas que nos hacía sentir cómodos. O un coche, el sonido de su motor, el olor a cuero de aquella chaqueta de tu juventud, el peluche de tu infancia, o aquella pulsera que te regaló aquel amor de verano y no sabes dónde la pusiste.

    Puedes echar de menos personas, como luces que un día brillaron con fuerza ante tus ojos y ahora ves sus marcas cada vez que cierras los ojos, caricias que memorizó tu piel, sonrisas que cautivaron tus ojos, actos de amistad que te marcaron.

    Pero sea del tipo que sea, provoca la misma sensación. Ese vacío, similiar al hueco ensangrentado que deja un diente recién arrancado, al triste sonido al agitar un brick casi vacío de tu bebida preferida, al silencio de una habitación grande, al frío con el que te acoge la nevera de noche.

    ¿El antídoto?. Depende. En algunos casos, es mejor dejarlo como agridulce recuerdo, o usar la ausencia para alimentar el amor, o para aprender de los errores. En otros simplemente es un recordatorio de lo que eras, quisiste ser, o podrías ser. Y otras veces, simplemente, sufres.

  4. Tinta y arena

    sábado, 4 de febrero de 2012

    Cuenta la leyenda de que hace siglos, un enamorado hizo su talego y marchó a surcar los mares de lo desconocido, las dunas de lo ignoto, la jungla del misterio.

    Enamorado de algo que aún desconocía, partió en busca de su amor, movido por una nostalgia de algo que nunca conoció, un vacío, un frío interno.

    Conoció a lo largo del camino a muchos viajeros, viajó en muchos barcos, vio muchas atardeceres, pisó muchos suelos, y habló muchas lenguas, hasta que un día, sentado mirando al mar, creyó saber hacia dónde dirigirse.

    Miró sus cuarteadas manos, sus pies que colgaban hacie el mar, y finalmente se dio cuenta de que lo único que no podía mirarse era su propia cara, su propia cabeza, su fuente de inteligencia. Podía describirse a sí mismo con total perfección, salvo por sus emociones, y sus pensamientos, reflejados en su cara, que sólo los demás podían ver, salvo que los escribiera.

    Cogió una pluma, un pergamino, y comenzó a escribir todo lo que sabía, lo que pensaba, lo que sentía. Pasaron las horas, días, e incluso meses, y aquel hombre seguía sufriendo del mal de amores.

    Preso de la impotencia, montó en cólera, y su rabia atravesó paredes, edificios, y calles. Su grito desesperado despertó la curiosidad de la princesa de la ciudad que habitaba. Aquella princesa, sabia y gran amante de la lectura, sintió una intensa curiosidad por el origen de aquel tan desangelado alarido.

    Y, preguntando a los ciudadanos, su montura llegó a una pobre casa de adobe, donde habitaba el enamorado. Aquel, sorprendido y asustado, maravillado por su deslumbrante belleza, no supo sino arrodillarse ante la figura de la princesa.

    Ella le preguntó el porqué de su desesperación y el viajero contestó que era pura impotencia al no poder encontrar aquella parte de sí mismo que no encontraba. La princesa echó un vistazo a su alrededor, y se asombró ante la inmesa obra escrita del hombre, y entonces lo comprendió todo. Ese hombre necesitaba sabiduría como un sediento el agua.

    Recogiendo sus obras, le acogió en su palacio, le vistió con bellas prendas y le llevó hasta el lugar que solía frecuentar, su biblioteca. El hombre, maravillado, se olvidó de respirar por unos instantes, pleno de satisfacción. Pero como hombre humilde que era, preguntó a la princesa la razón de todos aquellos bienes desinteresados.

    La princesa respondió que, al igual que él había volcado en sus pergaminos su sabiduría de forma desinteresada, ella en agradecimiento, le otorgaba el derecho a nutrirse de aún más conocimiento.

    El hombre aprendió de excelentes y detallistas maestros cada arte, cada ciencia, cada idioma, cada uso de cada palabra. Siendo igual de joven que la princesa, se convirtió pronto en uno de los hombres más sabios de su tiempo. Pero pronto no encontró nada que aprender, y pronto volvió a sentir esa desesperación.

    La princesa, en secreto, padecía de la misma desesperación, y mandó a un emisario a buscar al ermitaño del desierto.

    Traído desde lejanas tierras, el ermitaño preguntó con humildad qué necesitaba tan bella princesa que no tuviese ya. Ella respondió que necesitaba descubrir aquello que le faltaba en su interior. El ermitaño sonrió con sinceridad y dijo: Magia.

    Mientras tanto, el hombre, escribiendo alocadamente en un último delirio, descubrió que las palabras podían encadenarse de forma especialmente armoniosa, con el sonido que hacían al ser pronunciadas, y que aquello era la fusión perfecta entre la escritura, el habla, y el arte. Descubrió la poesía.

    Pletórico de alegría, irrumpió en los aposentos de la princesa, y recitó su primer poema, dedicado a la belleza, y al terminar, sintió que esa parte de sí mismo se había rellenado, había expresado a la perfección un pensamiento, y una emoción. La princesa, por su parte, quedó hechizada por la armonía del poema, y por el intenso amor que el creador profesaba.

    Se acercaron a un ritmo que sólo esa habitación conocía, y se fundieron en un beso como la pluma y el pergamino, como las palabras con el aire, como el sol con el horizonte, y como un viajero con el final de su viaje.

    Se conoce que el Rey de esas tierras, al tener como única descendiente a su hija, murió en suprema paz y tranquilidad al dejar su reinado en tal perfecta pareja. Ambos, conocedores de los saberes del mundo, fueron los primeros en conquistar cada letra, cada silencio, cada símbolo, y que fueron los primeros en realizar algo que nunca se había hecho, sacar a bailar al conocimiento, a las emociones, a los pensamientos, al ver reflejado en el rostro de su cónyugue su propio rostro, su propios pensamientos, sus propios sentimientos, y poder describirlo a la perfección.

    Pero sólo son leyendas de marineros...


  5. Smooth

    sábado, 28 de enero de 2012

    Las cosas bien hechas. Todo el mundo sabe cuando algo es de calidad de verdad, sin comparar siquiera.

    Cuando algo es tan simple, tan compacto, o tan armonioso, que se nos abre la boca de admiración.

    Un antiguo reloj suizo, donde se ven los minúsculos engranajes perfectos y funcionando, desgranando el tiempo y mostrandotelo con casi absoluta precisión.

    Un simple juego de trozos de metal, que con solo impulsarlos una vez, se pasan moviendose horas y horas aprovechandose de las leyes de la física. Una vieja cazadora de cuero que sigue abrigando y encajando en los hombros como si la hubieras comprado ayer. Un coche antiguo bien cuidado, radiante, y cuyo motor sigue rugiendo como el primer día.

    Un ordenador que funciona silencioso y eficiente, un reproductor de música fiable, una silla firme, un piano sin polvo, una mesa de billar bien cuidada...

    ¿Qué tendrán las cosas bien hechas, que por mucho tiempo que pase, las disfrutas cada momento?. Ese algo de seguridad, de confianza, de calidez, eficiencia, orgullo, experiencia que las hace especiales.

    Tu cuerpo no es más que materia, si las cosas pueden ser mejores y rozar la perfección, ¿por qué no intentar serlo tu también?. Intentar ser buen amigo, buen hijo, buen estudiante o trabajador, buen novio, destilar esa presencia de seguridad y simpatía que la gente tanto busca.

    Al fin y al cabo, existen esas personas que sabes que podrías seguir hasta el fin del mundo, y esas personas que te gustaria que estuvieran alli en algunos momentos, simplemente por su presencia.

    Pues nosotros igual, debemos intentar ser como ese reloj, ese coche, esa silla, y ser leales, firmes, cálidos. Debemos hacernos bien. Estar bien hechos.

  6. Sweets & Blues

    lunes, 23 de enero de 2012





    Bajarse la cremallera de la cazadora, dejar que caiga sobre las manos por su peso, y colgarla en la entrada. 

    Conectar el iPod al ordenador, subir el volumen poco a poco, y poner esta o aquella canción que el cuerpo te lleva pidiendo todo el día. Mientras suena, ir a la cocina, e ir haciendo la cena.

    Conforme el fuego calienta la comida, el blues hace su efecto. Mi pie se mueve el ritmo del piano, mis dedos tamborilean con el saxofón, y cierro los ojos por un momento.

    Por unos instantes, el iPod se convierte en una radio de época, la cocina se torna de colores alegres, el metal está cromado y brilla, el sol deslumbra, la gente se saluda por la calle, y deslumbrantes Mustang y coches de los años 50.

    Dejo que mi mente vuele como un P-51 D Mustang, o un Spitfire, cuyo motor ruge como un grito del cantante de la canción. Mujeres radiantes, sonrientes y alegres pueblan las calles y lanzan miradas a los chicos sentados en un bar.

    Abro los ojos, y todo se vuelve un poco más gris, más rutinario, pero esa vieja energía sigue en las paredes, en mí, y en la música. Los macarrones ya están hechos. Los echo sobre el plato, y añado tomate y atún, y también el ingrediente secreto.

    Empiezo a comer, y a ver la tele, y me imagino cómo sería haber vivido en aquella época, donde la gente era más feliz, las cosas eran mejores y duraban más, incluido los sentimientos y los ideales.

  7. Tempus fugit

    domingo, 15 de enero de 2012

    ¿Qué harías si te quedaran 1000 años de vida y no lo supieras?

    Probablemente vivirías una vida normal, o relativamente normal, y despues, ¿qué?.

    Cuando llegaras a los 80-90 años, verías a tus amigos morir. A tu mujer, si tuvieras. Verías morir tus recuerdos, tus seres queridos, y te quedarías cada vez más atrapado en un mundo que va demasiado rápido para tu forma de ver la vida. ¿Podrías soportarlo?.

    La vida está diseñada para no sobrevivir a tus descendientes. Salvo por una causa accidental o antinatural, eso no suele, ni debe ocurrir. La destrucción del ciclo de la vida y del tiempo es enorme en esos casos. Tantas enseñanzas, consejos, tirados a la basura por una bala perdida o una rara enfermedad.

    A lo que voy es: esos consejos que le puedas dar a tu hijo, esos momentos vividos, esos objetivos planteados, el esfuerzo como concepto y como acción, el tiempo, están escritos en nuestro cerebro con la finalidad de ser utilizados para ser feliz. Pero el ser feliz es el final.

    Como nadie nunca es feliz del todo salvo 2 ó 3, quizás 4 días de su vida, nunca nadie se plantea la pregunta de : vale, soy feliz, ¿y ahora qué?. Con todo el tiempo del mundo, probablemente encontraras la forma de ser feliz eternamente, cada vez necesitando menos cosas para serlo.

    Cuando ya no necesites nada para ser feliz, ¿qué harás?.

    Tú solo sentado en una sencilla silla de madera en mitad de una carretera a las 5 a.m. Pero eres inmensamente feliz. ¿Por qué?. Por el hecho de estar sentado en una silla en mitad de una carretera a las 5.a.m, no necesitas más, pero si lo hicieras todos los días, te acabarías aburriendo. Uno se puede aburrir de la vida, aunque sea duro de creer.

    El mundo es dolor, movimiento, y felicidad. Si la felicidad dura poco, y el movimiento del tiempo se parase, sólo quedaría dolor. Y entonces alguien pensará, ¿y si fuera al revés?. Si el movimiento del tiempo se parase, y no hubiera sufrimiento, la felicidad sería eterna. Pero resulta que no queremos.

    El ser humano quiere morir. Quiere morir contento, sabiendo que vivió una vida llena de anécdotas y recuerdos, que contó a sus hijos y nietos, que ayudó a otras personas, y amó a una persona, o más de una, con todas sus fuerzas. Morir es la salvación de la vida eterna. Es un regalo para luchar contra nuestra naturaleza inquieta y que se aburre fácilmente. Hay que tomáserlo como el fin de la contrarreloj, pero sin obsesionarnos con ella. Es como el final del examen, tienes que dar lo mejor de tí en su duración, volcar y utilizar lo aprendido, quizás ayudar a otros, arriesgando tu propia nota, de tal forma, que cuando entregues, salgas pensando : lo hice bien y hasta pudiera haber terminado antes, estoy contento.

    No hay que tener miedo de la muerte, si no de no vivir. Piensa en lo que sufrirías si no murieras, y piensa lo que sufrirás si no vives de verdad. La muerte como término cruel y de fin violento es conceptual. La única vía es vivir. Quizás mueras mañana de un navajazo mal dirigido, de un atropello, o quizás vivas más de lo necesario, todo accidental, antinatural, y por tanto, un fallo en el código.

    El ciclo de la vida es perfecto, en todos sus ámbitos, aunque intentemos destruirlo. Que mueran los animales, los árboles, por culpa nuestra,da igual, la vida seguirá muriendo y naciendo, aunque tan sólo bajo nuestra forma. Cuando no nos quede qué comer, qué beber, o aunque lo hubiera, no quedara el qué descubrir, o la vida se hubiera falseado demasiado, nuestro suicidio sería natural. La vida hubiera acabado (suponiendo que no hubiera aliens), y quizás resurja en otro planeta, bajo otras formas, pero las leyes serían las mismas.

    Los seres vivos pueden morir, nacer, moverse, sentir, tocar, y extinguirse por voluntad propia. Lo que no cambiará jamás es el código que rige el mundo. Resulta que al final el tiempo tiene un compañero inmortal, la naturaleza. Papá y mamá.

    El tiempo es disciplinado y omnipresente, la naturaleza es sabia, aunque a veces no se comprenda. Tan sólo siguiendo sus directrices, lograremos ser felices. Como un niño, sólo cuando escucha a sus padres aprende a hacer las cosas y hacerlas bien. Cuando contemples un paisaje, una catástrofe, cuando escuches un reloj, cuando creas que se detiene el tiempo, es entonces, sólo entonces, cuando lees el libro de la Vida.

  8. Mis normas

    martes, 3 de enero de 2012

    Hoy, voy a enumerar mis reglas mentales, en orden aleatorio, porque no tiene importancia una sobre otra, es meramente por numerarlas, iré editando la entrada conforme me acuerde. Enjoy.

    #1 La comida NO se mezcla, o una cosa u otra.
    #2 Los equisdés son con la x minúscula y la D mayúscula. Porque sí.
    #3 Odio eterno a la ropa mojada y a la arena pegada al cuerpo.
    #4 El orden de vestimenta de dormir es el siguiente segun la temperatura : gallumbos->gallumbos y camiseta interior-> pijama corto-> pijama corto y calcetines-> pijama largo-> pijama largo y camiseta interior->pijama largo y dormir enroscao.
    #5 No hacer la rima fácil.
    #6 La pierna izquierda se cruza sobre la derecha si están estiradas, si no, no.
    #7 Nunca poner la música demasiado alto como para no escuchar mis propios pensamientos.
    #8 Nada de música comercial, salvo la que enganche en el buen sentido.
    #9 Los desconocidos son buenas personas en general, intentar conocer el máximo posible de ellos.
    #10 La música de Bob Marley me recordará por siempre a surferos y porretas, pero da igual, mola.
    #11 Intentar poner siempre una buena cara de aburrimiento, al menos, si no hago nada, que el resto de la gente se ría.
    #12 Doblar cualquier papel que te den cuatrocientas veces de forma extrañísima como muestra de superioridad e instrumento de intimidación.
    #13 Compadecerme siempre de los conectores que son de estos de 90º, estar en esa posición todo el día no puede ser sano.
    #14 Intentar tener todas las cremalleras abiertas posibles, odio intentar meter la mano en el bolsillo y que parezca que me estoy limpiando la mano en la chaqueta porque está cerrada.
    #15 Los chicles deben durar minimo 3 horas, son el entretenimiento pasivo definitivo.
    #16 Hacer siempre un montón de "Cosas varias", aunque mi madre lo intente ordenar siempre, es superútil.
    #17 El filete, entre "en su punto" y "muy hecho". Me gusta la carne, pero no cruda :) .
    #18 Si nadie me da las gracias, darme las palmaditas en la espalda yo. Literalmente.
    #19 JAMÁS interrumpir un solo de guitarra o similiar, por casi ningún motivo. Ya puede haberme tocado la lotería. Cobraré igual después del solo.
    #20 Nunca poner un solo de guitarra como tono de llamada, por el mismo motivo. No es plan de que les salte el contestador.
    #21 Nunca leer tumbado. Te levantas fatal.
    #22 Asegurarse de pulsar siempre bien el cuadro de texto antes de escribir. No gusta escribir la biblia y que no haya escrito nada.
    #23 Guardar rencor siempre a los números primos, que tanto porculo dieron en matemáticas desde pequeño.
    #24 Intentar ver siempre el atardecer, al aire libre si puede ser, es de los pocos espectáculos que merecen la pena.
    #25 Los zapatos que no se salgan al andar, pero que tampoco cueste meter el pie.
    #26 No tomar café ni tabaco. Ni té, ya puestos.
    #27 No intentar abrir las cajitas redondas esas de las tías de nosequé labial. Sabes de sobra que es imposible.
    #28 Asumir que en la foto del DNI saldrás horrendo.
    #29 La leche fría, hasta en invierno. Y fría con cojones, que tenga carámbanos de lactosa en el borde del vaso.
    #30 Intentar no escuchar música depre cuando esté depre.
    #31 No olvidar nunca el cómo convertir un trozo de papel albal en un proyectil letal.
    #32 Jamás levantarte con prisas, es malo para la salud.
    #33 Poner de alarma siempre un tono de cachondeo, nunca una canción. Le cogería asco a la canción.
    #34 La posición definitiva para leer es sentado en la cama con la espalda recostada en alguna pared.
    #35 Para dormir, según el estado de cansancio, las posiciones son estas, de mayor a menor: boca arriba, con las manos sobre el pecho->boca arriba con las piernas espatarradas->hacia la derecha, con un brazo por debajo de la almohada, y el otro encogido pegado al cuerpo->hacia la izquierda, con la almohada doblada longitudinalmente para hacerla más alta, y los brazos en posición aleatoria->aleatoria, que sea lo que dios quiera.
    #36 Al hablar, respetar siempre el equilibrio escuchar-hablar.
    #37 Con una tía, ese equilibrio debe inclinarse más hacia escuchar, pero cuando te toque hablar, que valga la pena.
    #38 Al saludar a un tío dándole la mano, darle una palmadita en el hombro, genera confianza.
    #39 Al saludar a una tía, poner una mano en su cintura al darle dos besos, rompe algunas barreras iniciales.
    #40 Al invitar a alguien a casa, entrar tu primero y que cierre él/ella. Eso de que alguien entre primero en territorio desconocido genera nerviosismo en algunas personas.
    #41 Aunque parezca una tontería, el guiñar el ojo al despedirse de la persona que te gusta en vez de despedirse con una mirada larga, genera más atracción.
    #42 En los juegos de tiros, intentar siempre agacharse, no se hace ruido al caminar.
    #43 Las páginas de internet se abren en nuevas pestañas, no en nuevas ventanas.
    #44 Si necesitas kleenex, pregunta a una tía, siempre llevan encima.
    #45 Para secarse las lágrimas en una ópera, usar pañuelos de seda.
    #46 No hacer reglas absurdas.
    #47 Pegar los mocos al fondo de la mesa, no a mitad ni al principio, los puedo pringar en los pantalones al cruzar las piernas.
    #48 La alcachofa de la ducha pegada a la clavícula derecha, y con ligeras inclinaciones, regar todo el cuerpo, es la posición perfecta.
    #49 Usar WASD enn lugar de las teclas siempre que sea posible en los juegos.