Rss Feed
  1. Peonza

    jueves, 25 de agosto de 2011

    De nuevo, volviendo a casa en un autobus no abarrotado, pero sí llenito de gente. La ventana por fin se ha decidido a ceder ante mi empeño a apoyarme en él y da un poco de calor con el tiempo en vez de su habitual frialdad. Como la mayoría de las personas, pensé. Distantes al principio, agradables con el tiempo.

    Mirando a los viajeros que me rodeaban, empecé a pensar, cavilar, reflexionar, meditar (y demás sinónimos). Todos parecían sumidos en una especie de meditación profunda, mirando al suelo, al techo, al viajero de enfrente, o mirando por la ventanilla. Cada uno con sus cosas, sus problemas, ajenos a los demás. Descubro a la chica de la blackberry con funda verde con la que he coincidido varias veces en el bus mirándome en el reflejo de la ventana, y aparta la mirada rápidamente. ¿Se me habrá quedado mirando por interés, o simplemente por aburrimiento?.

    Quién sabe, y quién sabe si algún día sabré quién es, pero no me preocupo por impresionarla o intentar hablar con ella, en el apartado femenino últimamente parece que voy bien, por un regalo del destino.

    Regalo, pero a la vez maldición, pues cada vez que conozco a una chica que se sale de la media, y me cautiva con su belleza, parece que el mundo se empeña en arrebatármela de las manos, como esa leve ráfaga de viento en un día caluroso, suave y dulce, pero breve, y que te deja con una sensación de vacío y la vuelta al calor habitual.

    Y te paras a pensar, mientras apoyas la cabeza contra el cristal y ves como tu aliento lo empaña a cada expiración, cierras los ojos y lo ves todo más difícil. Precisamente, no entiendo que los padres se sientan superiores por mantener su trabajo y su familia, más quisiera yo estar con la mujer de mi vida, felizmente casado, con trabajo estable, un buen sueldo, un monovolumen, unos amigos que puedo decir que seran para toda la vida porque estamos todos con la cabeza sentada, unos hijos de los que sentirme orgulloso...si conocieran los terrores de la inseguridad, de la inestabilidad...

    Que bueno, tiene su encanto, he de reconocerlo, la libertad para coger un tren dirigido a cualquier lugar con dinero en los bolsillos y buscar tu sitio alli, ver mundo, conocer personas, culturas...pero soy una persona que necesita unas cosas seguras, fijas, en su vida para ser feliz y sentirme seguro, y por ahora, tan sólo me he tenido a mí mismo, a mis propias costumbres, mi disciplina mental, mi cuerpo, mi música...pero nada más.

    No es tanto pedir estabilizar el mundo cuando me encuentro a gusto, creo. Me gusta el cambio, el salir de la rutina, me considero una persona divertida y que le gusta lo diferente, pero me gustaría que cuando me siento solo, tener algun apoyo que sé que estará allí siempre, aunque sea una casa, un amigo que esté allí siempre que le necesite y me saque a la calle para airearme y alegrarme, un perro que me salude con entusiasmo, o una chica que me reciba con un beso en la mejilla, cualquier cosa me vale.

    Porque las pequeñas rutinas que hago me sustentan durante un tiempo, pero luego me voy por cualquier razón y veo cómo ellos siguen con sus vidas, con los amigos de siempre, felices, seguros, y yo, a la deriva, en parte solo, teniendo que buscarme las castañas dondequiera que vaya.

    Y es entonces cuando reconoces la farmacia, la calle, y te apresuras a levantarte y presionar el botón de Parada, salir a la calle con un saltito y caminar bajo la lluvia, mientras que las gotas corren por tu cara, intentando enjuagar las lagrimas del alma con más agua, y la canción que suena en el iPod te hace recordar, personas, rostros que corren por delante de tus ojos como si de una proyección de cine se tratara, lugares, atardeceres, sueños, paisajes...todo tan vaporoso y distante, y mi mente se vuelve fría ante el recuerdo, quizás por protegerse de ellos, quizás por congelarlos y poder alcanzarlos sin que se muevan.

    Tantos lugares, casas, vistas desde la ventana paisajes, personas, objetos...y tan sólo quiero que algunos permanezcan en mi vida, que sean míos y nadie me los vaya a quitar, en serio pregunto, mundo : ¿es demasiado pedir?

  2. Vacío

    lunes, 22 de agosto de 2011

    Me preocupa lo que yo deje atrás cuando me vaya de este mundo. Quizás debería preocuparle a todo el mundo, pero se vive demasiado bien pensando en el día a día, y quizás hagan bien, y sea yo el que adelanta pensamientos que son propios de una persona mayor, con preocupaciones mayores y mayor experiencia para hablar mejor de la vida que yo.

    Pero es así, me preocupa, me veo desde fuera y me veo insignificante (sí, soy cansino con eso, qué le voy a hacer), un puñado de carne envolviendo huesos, un mísero ser orgánico de metro ochenta, constitución nervuda, bípedo y que de cuando en cuando, sale a correr un poco por el pueblo y se sienta delante de una pantalla.

    ¿Qué es lo que le da significado a nuestra vida? bueno, corrijo, el significado es seguir adelante, es muy simple, pero a las pelis y novelas baratas les gusta darle bombo a eso del "significado". Lo importante es la huella que dejemos, algo etéreo, insustancial, más allá del tiempo, del espacio y de la materia, y es algo que llevamos buscando los que nos damos cuenta desde que caemos en la cuenta de ello, mediante la historia, las batallas, el poder, el dinero...

    Aunque la "huella" es mucho más enrevesada y escurridiza a las manos del entendimiento, y aún no se ha conseguido determinar con claridad, unos dicen que son las buenas obras, otros que es el cambiar la situación a mejor, otros que es dejar el mundo mejor de como te lo encontraste (una obligacion y no una huella, a mi parecer) y otros dicen que el encontrar tu forma de vivir de por sí es un mérito que pocos consiguen.

    Pero no se han parado a pensar que nada de lo hagas tiene la mas mínima importancia si no hay nadie para observarlo, si no queda constancia de ello, o si ni siquiera tú eres consciente de su importancia.

    ¿Y entonces por qué nos haces leer todos los malditos párrafos anteriores? estaréis pensando. Yo os lo diré. Para los que hayáis comprendido del todo lo que he dicho, o pretendido decir, habréis llegado a un callejón sin salida, el vacío, la nada, la impotencia de la mente a seguir el razonamiento, un tope mental.

    Y es en estos "vacíos mentales", donde cada uno se forja su opinión, hay gente que al llegar a este callejón sin salida, no le ve el sentido a la vida y vive amargada, otros siguen intentandolo, algunos se pasan la vida tanteando la oscuridad, intentando saltarse el límite de la comprensión, y algunos encuentran a Dios, otros un vacío insoldable de soledad ante lo desconocido...

    Pero como muchas cosas en esta vida, es del vacío de donde surge la diversidad de opinión, la variedad de culturas, los diferentes puntos de vista en el plano psíquico y sus reflejos en la conducta. Y es que lo irónico es que del vacío existencial salga la diversidad, el movimiento, la voluntad de descubrir, la rabia por el desconocimiento, TODO, emociones, pensamientos, movimiento, que conforman la vida, sale de la NADA.

    Quizás sea por mi cerrada y limitada mente humana, que tan sólo llega a un todo dual, a un dualismo y enfrentamiento de contrarios que se complementan, pero es a lo que he llegado por ahora, probablemente la realidad sea mucho más compleja, y mi necesidad de dejar una huella o mi búsqueda por el prestigio intelectual o social es lo que me empuja a escribir lo que pienso, ¿quién sabe?, y lo que es más importante, ¿qué importa?



  3. City 2

    martes, 16 de agosto de 2011

    De nuevo, me embriagan los pétreos olores de la carretera, el chirriar de los neumáticos, los resoplidos de los sistemas hidráulicos de los autobuses, quejándose de la rutina, el sol reflejándose en los cristales de las casas, de los coches, de las gafas de los transeúntes y aspirar ese aroma de vida en movimiento.

    Ver mis pies andando, uno tras otro, persiguiendose y adelantándose en cada paso, las manos en los bolsillos, la mirada paseando por cada balcón, cada coche, cada escaparate, cada persona,  dejar la mente fluir mientras que dejo activado el piloto automático, que evita el tráfico de la gente, cambia de acera, de calle, con total autonomía y ninguna conciencia de ello.

    Pienso en cada persona que me rodea, los que conozco y los que no, y de repente me siento como una pequeña burbuja mental, ajeno al mundo observando todo con ojo atento, y miro sus rostros, estudio cada milímetro de sus facciones, analizando como se expresan a la vez que examino lo que dicen, intentando adentrarme en sus mentes, descubrir qué los mueve, qué tipo de pasado habrán tenido para ser como son.

    Siento verdadero interés por cómo piensan, cómo ven el mundo, con qué pensamientos se levantan de la cama, qué preocupaciones les rondan la cabeza, me resultan graciosas y curiosas sus manías, sus costumbres, y siento unas ganas irrefrenables de conocer a la persona mejor aún si tiene algún tipo de barrera exterior, alguna cosa misteriosa, alguna incógnita...

    Aprendo por experiencia ajena, quizás sea eso la causa de mi insaciable sed de personas, de conocer más y más de ellas, quizás sea por inseguridad, de sentirme conocido, quizás por mera generosidad de ayudar con sus problemas, quizás la eterna infantil búsqueda del amigo perfecto, de la chica perfecta, quizás no tenga razón de ser, a secas, quién sabe...

    Pero soy una esponja de recuerdos, tanto los míos como los de los demás, aprendo de los míos y de los ajenos, pero si me acuerdo de los ajenos es para advertirles sobre futuras veces que vayan a cometer algun error, soy una especie de angel de la guarda si lo miro asi (sólo si lo miro asi), y me dicen que soy diferente, que soy raro.

    Raro, curiosa palabra, y peligrosa, porque es muy relativa, depende de lo que se considere normal, una cosa es rara o no, y una cosa es salirse de lo común y otra es ser raro. Personalmente, veo en la palabra raro cierto retintín despectivo, y bueno, si es verdad que la gente no lo dice con esa intención, no puedo evitar pensarlo.

    Salirse de lo común es lo que todos buscan, unos se pasan de la raya, otros acaban sucumbiendo a la atracción de la sociedad y sus modas, otros lo hacen, otros creen que lo hacen, y curiosamente, si alguien decide no salirse de lo común, ya lo ha hecho, porque lo común hoy día es no decidir nada, irónicamente.

    ¿Qué me considero yo? no soy nadie para hablar de mí, que opinen los demás. La mayoría de las veces las preguntas más importantes son el Cómo, el Qué, y el Por qué, pero muchos se olvidan el Para qué, esa pregunta explica la causa a partir de la deseada consecuencia, por eso nunca me pregunto directamente el pasado de una persona, si no el efecto que intenta provocar en las personas para saber a dónde quiere llegar, y así saber de qué huye, y el cómo lo hace se averigua observando. 3 en 1 lo llaman en las ferreterías, yo lo llamo Psicología.

    Aplicable a diversos aspectos, me gusta aplicarlo a ámbitos del día a día, adivinar lo que alguien piensa para sacarle una sonrisa, ponerme en el lugar del otro para evitar discusiones innecesarias, evaluar el nivel de humanidad o compasión que tiene una persona para saber qué errores me puedo permitir y cuáles no, para ir con más tranquilidad por la vida, saber qué reacciones provocare con mis acciones, y así hacerlas o no hacerlas, pero como siempre, la mente de los seres humanos me sorprende constantemente, reacciones inesperadas a acciones que según mi criterio no tenían peligro ninguno, respuestas sorprendentes, causas remotas a algo que jamás hubiera imaginado en un principio...

    Y es que cuando empiezo a creer que comprendo a las personas, me sorprenden de nuevo con algún individuo suelto que no se ajusta a las inestables y temblorosas normas "universales" que intento aplicar a la gente para su mejor entendimiento.

    Pero bueno, escogí conocer a los demás para predecirme a mi mismo, así que imagino que no me debería sorprender el ser sorprendido, al fin y al cabo, me reflejo en los ojos de los demás como el sol en los rincones de la ciudad

  4. Navegante

    sábado, 13 de agosto de 2011

    Mi mente se retuerce como una serpiente entre los distintos planos psíquicos que constituyen mi persona.

    Como un barco con las olas, sube y baja de estrato mental caprichosamente, movido por una fuerza misteriosa que me gusta llamar "azar", viajando a mayor o menos velocidad, o simplemente, fondear en aguas tranquilas.

    Dentro de ese barco, soy un marinero peculiar, trabajador, pero perezoso, me enfrento con valentía a las tormentas con mano dura y timón firme, pero a la vez me alegro de que la lluvia que azota mis velas también de paso me limpie la cubierta. Conozco las aguas por las que me muevo, tengo un buen mapa en mi camarote, dibujado con poca precision debido al vaivén del barco, pero por lo general no me suelo meter en aguas peligrosas ni me dejo llevar por corrientes marinas, ya sean calientes o frías.

    Curiosamente, no sé porqué estoy en el barco, un día me levanté tumbado en la cubierta, envuelto en telas, sangriento y arrugado, imagino que vendré de alguna especie de batalla, o bien del mar por el que navego que me arrugó la piel. Pero me gusta. Me gusta navegar, al principio tan sólo me subía a lo más alto del barco y observaba los alrededores, no sabía poner en movimiento el barco y avanzar, solo observaba y aprendía.

    Más tarde, avancé con lentitud, mis brazos débiles sabían que no podrían mantener el navío en una tormenta, quizás por eso intenté no meterme en ninguna, pero mis velas comenzaban a cogerle el gusto al roce del viento.

    Y aquí estoy, el viento marino me ha curtido la piel y la mente, mis ojos muestran la profundidad de los mares por lo que surco, con tonos verdosos como el oceano, pero marrones como la tierra a la que un dia espero llegar, mis pies se afirman con fuerza a la cubierta cuando la situacion lo requiere, pero les encanta estar levantados sin trabajar cuando me tumbo en la hamaca, y mis brazos se han vuelto fibrosos y duros, entrenados por las fuerzas del mar que le llevaban la contraria a mi timón.

    Intento disfrutar del mar, aunque a veces me siento solo entre tanta agua y me encierran mis propias maderas, y es entonces cuando leo lo único que encontré de valor en el barco cuando llegué : los libros.

    En ellos están escritas con todo detalle multitud de historias, de novelas, que hilan con gran precisión la mente de aquellos que las escribieron, a través de unas terceras personas o bien atreviéndose a escribir en primera persona. Entre todas esas historias, todas hablan de una tierra, que algún día se alcanza, una pequeña isla, paradisiaca, en la que te encuentras con una marinera que llega a al vez que tu, y tal es el encanto de la isla y de la compañía, que aunque llueva y pases frío, siempre estas caliente y "feliz", una palabra que se utilizaba a menudo en aquellas historias.

    Y así, navegando de día, leyendo y soñando por la noche, es como surco los mares, intentando mejorar mi barco con algunos apaños que le hagan mas resistente pero tambien acogedor, tumbandome en la hamaca, maldiciendo cuando alguna gaviota me caga en la cubierta, y disfrutando con una sonrisa aventurera de toda tormenta que se me cruce.

    Espero con ansias el día en el que fondee mi barco y nade hasta la isla con mi marinera, pero mientras tanto, mi mente sube y baja como las olas del mar, ideando, arreglando, aprendiendo, divirtiendome y cuando la noche es clara, miro las estrellas y me pregunto si cuando una ola inexorable inunde la isla, nos separara a mi y a mi pareja, y volvería a despertar en un barco, arrugado por el mar, rescatado por los delfines, y ensangrentado por un corazón roto, pero sin acordarme de nada.


  5. Imaginación

    sábado, 6 de agosto de 2011

    ¿Conocéis la teoría de las supercuerdas?. Si no la conocéis, os la explicaré brevemente : el humano no sabe porqué la materia tiene masa, y se ha encontrado una explicación, unas diminutas cuerdas de energía más allá, mucho más allá del alcance de observación de la tecnología, de la actual y la futura, que unen el universo en toda su magnitud, y que, al vibrar en cierta frecuencia como las cuerdas de una guitarra, forman materia, masa, siguiendo la equivalencia entre masa y energía de Einstein.

    Según su frecuencia, crean electrones, protones o neutrones. Pero no es en eso en lo que me voy a centrar, me interesa más el concepto de interconexión universal que parece que existe en el mundo, está demostrado que las raíces de los árboles están interconectadas unas con otras, bajo el suelo, formando una sola red viva y palpitante, y que el cerebro emite ondas, de muy pequeño alcance y potencia, pero las emite, al fin y al cabo.

    A lo que voy es que, cuando a alguien de repente se le ocurre una genial idea para un libro, una imagen espectacular que plasmar en un cuadro, o simplemente imagina cosas imposibles, ¿no habéis pensado que a veces esas cosas no parecen de este mundo?.

    Quizás esté yendo demasiado lejos, pero si las supercuerdas unen el universo como una gigantesca red, y las cuerdas como bien sabemos, transmiten información a través de sus vibraciones, y absolutamente todo átomo está unido a otro en alguna parte del mundo como está demostrado, puede ser que esas ideas extrañas vengan de otra parte, pensadas por otro ser pensante, o simplemente, una genial creación casual de algún fenómeno espacial, y se transmitan a nuestro cerebro de alguna manera como si cogiéramos dos vasos y una cuerda y escucháramos lo que el desconocido interlocutor nos quiera decir.

    Lo que quiero decir es que quizás esa maravillosa imaginación que tenemos los humanos sea causada por una especial sensibilidad a un posible fenómeno de "telepatía" entre la materia a través de la energía por esas supercuerdas, que tan sólo tengamos un monitor en nuestra cabeza que muestre las imágenes aleatorias que nos envía el mundo, pero que siempre intenta encontrarle un sentido mediante lo que conocemos, y de ahí que a un animal de formas imposibles le pongamos dientes y ojos por efecto de nuestro propio subconsciente. Pero lo que en realidad vemos es otra cosa, sólo que no somos capaces de plasmarlo en bruto.

    El Surrealismo trató de hacerlo, sacar lo primero que te venga a la cabeza, por descabellado que pareciera, porque sabían que la capacidad creativa era algo bruto, pero que nuestro cerebro trataba de controlarla dandole una forma conocida y depurada.

    Quizás esa capacidad extraordinaria que nos atribuimos no sea nuestra, no seamos nosotros los creadores de imágenes e ideas, si no tan sólo unos oídos atentos a los susurros del universo.