Un lamento metálico, una ligera sensación de vacío y un leve traqueteo del suelo son las señales previas a la brusca aparición del tren subterráneo, que, como un gusano de metal abriendo su cuerpo, permite la entrada de los viandantes en sus entrañas al sonido de un mecanismo hidráulico.
Los pasajeros entran en aparente desorden, para colocarse en el interior del transporte de forma descansada y rutinaria, escuchando música con sus auriculares, mirando las pantallas de sus móviles o dirigiendo una mirada vidriosa a la pared opuesta.
Yo, caminante extranjero, no puedo adoptar esa pose aburrida y desinteresada de la gente , es más, me maravilla el metro, es un océano de cabezas, de brazos, de sonidos, de olores, tactos, una mezcla de lenguas, de razas, de músicas, que no me permite dormir la mente y desviar la atención.
Cada persona que pasa tiene una historia que contar, una filosofía de vida, unas aficiones, una forma de comer, unos gustos, unos intereses, una cara al dormir, una sonrisa, una forma de andar...todo ahí, latente, a tiro de palabra de tí. ¿Tú que sabes si la chica que parece punky de al lado en realidad es así porque ha buscado un amor y nunca lo ha encontrado y quizás le cambies la vida?, ¿tú que sabes si la anciana de al lado ha hecho y hace unos cuadros maravillosos y nunca se los ha enseñado a nadie? , ¿o que el rastafari de enfrente está persiguiendo su sueño de vivir de su guitarra?...no tienes ni idea...
Sales del metro, dirigiéndote hacia la salida, en conjunto con los demás, subes varias escaleras mecanicas, la banda de goma del pasamanos esta caliente y la sueltas, atraviesas la puertecita metálica de la salida a la calle, subes un tramo de escaleras más y zas!, el viento y el calor sofocante te golpean la cara, y el sonido del tráfico y de la gente aumenta gradualmente a medida que subes las escaleras hasta el nivel de la calle.
Allí te detienes un instante, echas una mirada en derredor y localizas la calle que buscabas, esperas a que el monigote se ponga verde y entonces cruzas el paso de peatones, entras en el edificio y subes a tu habitación.
Sueltas la maleta con desgana y cansancio, te sientas en la cama mirando por la ventana y piensas : "Y yo, que vivo aqui, tan solo en una habitación de una planta de un edificio de un barrio de la ciudad, tengo la arrogancia de creerme importante a veces? sólo soy un engranaje más de la ciudad, pero...me gusta"
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City
jueves, 30 de junio de 2011
Publicado por Sifte en 17:42 | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir en X Compartir con Facebook |
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