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  1. Sudor

    miércoles, 20 de julio de 2011

    Una nube que parece una pincelada larga sobre el cielo del amanecer se dibuja al frente nada más abrir los ojos. El frío atenaza los músculos, los entumece e inmoviliza, y hace falta fuerza de voluntad para no tiritar. El primer pájaro de la mañana se posa en la reja y es el primer espectador.

    Otro lento parpadeo y te levantas del suelo, húmedo, intercambias bromitas e impresiones con los compañeros para romper el hielo y relajar la tensión presente que se puede cortar con un cuchillo.

    Empiezas a calentar motores, primero un tobillo, luego el otro, obligandote a hacerlo lento y a contener los nervios, una rodilla, la otra...y sólo cuando te notas ya preparado, te atreves a echar un vistazo a los demás.

    Hay gran variedad de expresiones, ves semblantes serios, con la mirada perdida, otros mordiendose el labio, otros dando vueltas, otros atandose los zapatos con nerviosismo, otros con los ojos mirando de un lado a otro con rapidez...

    De repente, el sargento grita : 5ª tanda! y todos callan y se dirigen con parsimonia hacia la línea de salida, en un grupo desordenado, poniendo a punto sus cronómetros.

    El ruido exterior se va volviendo más y más distante, como debajo del agua, y se oye la respiración profunda, acompasada, inspiración...expiración...

    La mirada al frente, los pies en posición, la mente en blanco y el ceño fruncido, listo para salir. La bandera a cuadros naranja y amarilla baja súbitamente, y se oye un gruñido de esfuerzo general a la salida.

    La masa de corredores se va organizando según su velocidad, las miradas de reojo para vigilar al de al lado se notan y casi se tocan, intentas respirar por la nariz todo el tiempo que puedas, reservando el oxígeno para cuando más lo necesites.

    Sientes una punzada en el estómago cuando de repente te das cuenta de que verdaderamente no sabes qué ritmo seguir, pero ves al de delante y sigues su ritmo, confiando por un instante en que ese ritmo valga. Poco a poco, recuerdas el ritmo de pisadas que sueles seguir y con leve movimiento hacia la izquierda, coges por la calle interior y adelantas a dos más, pero te obligas a no confiarte y sobre todo, a no ponerte nervioso, "la adrenalina para el final", te recuerdas.

    Tras una vuelta al circuito, aún no has dejado de respirar por la nariz, y eso te da un ligero empujón y te hace sonreir brevemente, pero concentrado totalmente en no perder el ritmo. Tras una segunda vuelta al circuito, oyes los vítores de los padres de tus compañeros de pista gritando "sólo queda una vuelta, vamos!", y te obligas a no caer en la tentación de ir más rápido.

    Cuando empiezas a doblar la última curva, te dices mentalmente "es el momento", y empiezas a subir el ritmo, adelantas a 3 que iban justo delante de tí, y cuando enfilas la curva final, mascullas un : "vamos, cabrón!", y, inclinando la cabeza hacia abajo y gruñendo por el esfuerzo, te obligas a subir aún mas el ritmo, experimentando la familiar sensación de correr sobre nubes, los pies ligeros como una pluma, borrosos por la velocidad, y esa sensación de correr sin esfuerzo que te hace alcanzar la velocidad de sprint mientras tus compañeros pasan por tu lado hacia detrás uno tras otro, el corazón latiendo con fuerza, los pulmones trabajando a máxima potencia, y tan sólo unos cincuenta metros hasta la meta.

    Recién cruzada la línea blanca de meta, ves la cara del examinador diciendote tu marca en voz alta, pero lo escuchas como en cámara lenta y apenas le prestas atención, la boca sabe a sangre, las piernas parecen mantequilla y oyes las pulsaciones dentro de tu cabeza, aceleradas y potentes, y comienzas a andar mientras te quitas los imperdibles del dorsal con tu número de la camiseta.

    Es ahí cuando notas que no está sudada, y miras hacia detrás y ves a tus compañeros sentados o apoyados en sus rodillas de pie jadeando y resoplando, y es entonces cuando dices : "ha merecido la pena", mientras te diriges hacia la piscina, una última prueba antes de quedarte a sólo días y suerte de tu objetivo, pero sabes que la pasarás, es una prueba poco exigente y la das por pasada.

    Mientras te cambias la ropa con la respiracion aún agitada, piensas "y algo así tendré que hacer todos los días? joder...", y te ríes por lo bajo, con una risa temeraria, amante de los retos, porque sólo cuando no te importe lo que te pase, se puede disfrutar de llegar a tus límites.

  2. 0 chuminadas:

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