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Sweets & Blues
lunes, 23 de enero de 2012
Bajarse la cremallera de la cazadora, dejar que caiga sobre las manos por su peso, y colgarla en la entrada.
Conectar el iPod al ordenador, subir el volumen poco a poco, y poner esta o aquella canción que el cuerpo te lleva pidiendo todo el día. Mientras suena, ir a la cocina, e ir haciendo la cena.
Conforme el fuego calienta la comida, el blues hace su efecto. Mi pie se mueve el ritmo del piano, mis dedos tamborilean con el saxofón, y cierro los ojos por un momento.
Por unos instantes, el iPod se convierte en una radio de época, la cocina se torna de colores alegres, el metal está cromado y brilla, el sol deslumbra, la gente se saluda por la calle, y deslumbrantes Mustang y coches de los años 50.
Dejo que mi mente vuele como un P-51 D Mustang, o un Spitfire, cuyo motor ruge como un grito del cantante de la canción. Mujeres radiantes, sonrientes y alegres pueblan las calles y lanzan miradas a los chicos sentados en un bar.
Abro los ojos, y todo se vuelve un poco más gris, más rutinario, pero esa vieja energía sigue en las paredes, en mí, y en la música. Los macarrones ya están hechos. Los echo sobre el plato, y añado tomate y atún, y también el ingrediente secreto.
Empiezo a comer, y a ver la tele, y me imagino cómo sería haber vivido en aquella época, donde la gente era más feliz, las cosas eran mejores y duraban más, incluido los sentimientos y los ideales. Publicado por Sifte en 8:52 | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir en X Compartir con Facebook |
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