Hoy, he ido a correr, a correr en serio, un simulacro de la prueba que tendré que hacer dentro de poco, y por culpa de los nervios de superar mi anterior marca, corrí a un ritmo superior de lo debido a mitad de trayecto.
Cuando me quedaban 200 metros, notaba la respiración pesada, mi cuerpo, conocedor de la poca distancia que quedaba, enviaba descargas de adrenalina pequeñas para sostener mi cuerpo unos metros más, pero lo único que hacía era agotarme más.
En el sprint final, cogí más aire, concentré mi mente y liberé toda la adrenalina que me fue posible, mis piernas se volvieron piedra un instante y me impulsaron con fuerza un breve momento, pero no tardaron en volverse gelatina tras el impulso inicial, a duras penas aguantaban la velocidad y en cuanto frené, se cobraron su dosis de oxígeno que les debía, dejando a mi cerebro sin riego apenas.
Me incorporé de nuevo, y comencé a andar de nuevo vuelta a casa con mi tiempo en el reloj, y con un intenso sabor a sangre en la boca, un dolor en el diafragma y la mente embotada, y en ese momento, me sentí vulnerable, como un cadáver andante que sólo esperaba el golpe de gracia, sólo escuchaba mi respiración, como dentro de un casco, inspiración...expiración, y vuelta a lo mismo, sólo se escucuchaba eso, y el pasar de los coches, se veía todo más nitido, los árboles, los pájaros, pensé : así se sentían los guerreros al morir.
Y es que tocar los límites de uno mismo siempre es una experiencia incalculable, te conoces más, sabes hasta dónde puedes llegar, si bien a costa de un esfuerzo físico considerable, pero cuando te sientas como un muerto viviente y apenas puedas andar, tambn pensarás : hace 1 mes mi límite era menor ,y te empezarás a reír sin saber porqué
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Límites
lunes, 2 de mayo de 2011
Publicado por Sifte en 18:31 | Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir en X Compartir con Facebook |
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